sábado, 27 de marzo de 2010

Su último Domingo de Ramos

Tras su estancia en el Hospital Gemelli -"el Vaticano III", le llamaba el Papa, bromeando- tenía la ilusión de saludar a los peregrinos en la Misa del Domingo de Ramos, que no celebró por primera vez desde el comienzo de su Pontificado.

La ausencia del Papa en la Plaza de san Pedro, le dio un carácter singular. Aunque su situación era grave, no esperábamos un desenlace tan cercano.

Al término de la Ceremonia, oficiada por un Cardenal, se asomó a la ventana de los apartamentos Pontificios con un ramo de olivo y realizó el esfuerzo de saludar a los peregrinos que abarrotaban la Plaza. Nadie presentía que era la última vez que escucharíamos su voz.

Se le veía demacrado y muy afectado por la enfermedad, una enfermedad que se fue agravando durante esos días. Los médicos le propusieron durante las jornadas siguientes un reingreso en el Gemelli, pero se negó porque tenía la ilusión de recuperarse lo suficiente para -al menos- poder dar la bendición urbi et orbe del Domingo de Resurrección en todos los idiomas, anunciando a todos las mujeres y hombres del mundo el gozo de Cristo Resucitado.

Sabía que su presencia en esa ventana significaba un encuentro con Cristo para las miles de personas que le escuchaban en la Plaza y en todo el mundo, gracias a los medios de comunicación y era consciente de que su misión, por encima de su debilidad física, era llevar a Cristo a toda la humanidad.

Durante aquel Domingo de Ramos llenaba la Plaza una muchedumbre compuesta sobre todo por jóvenes. Entre ellos, numerosas religiosas, también jóvenes, de diversas órdenes y congregaciones.

Juan Pablo II ha marcado profundamente la vida de la Iglesia y se ha enfrentado, cara a cara, a los grandes retos de la sociedad contemporánea. Algunos piensan que su atracción se ha debido sólo a su poderosa personalidad. Evidentemente, sus cualidades personales han sido un factor importante. Pero el "fenómeno Wojtyla" ha sido, fundamentalmente, el fenómeno de la búsqueda de Cristo por parte de toda una generación, que ha visto en la figura de Juan Pablo II a Cristo que pasa al lado de los hombres.

Se ha dicho de él que es un gran comunicador. Es cierto. Pero no se ha comunicado sólo a sí mismo: ha sabido comunicar fundamentalmente a Cristo, y eso explica su enorme atracción para los jóvenes, especialmente sensibles hacia lo genuino y verdadero.

Juan Pablo II ha comunicado a Cristo al estilo de los santos: haciéndose Cristo él mismo. Sus últimas jornadas, su pérdida de la voz, su sufrimiento íntimo y sereno, han evocado las últimas horas de la Pasión de nuestro Señor.

http://www.conelpapa.com/juanpabloii/deunpapaaotro/tultima.htm


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martes, 23 de marzo de 2010

Solemnidad de la Anunciación

25 de marzo:

Solemnidad de la Anunciación del Señor hecha a la Virgen María por el Ángel Gabriel.

Simultáneamente en muchos países se celebra el Día Internacional del Niño por Nacer.

Recordemos esta hermosa oración escrita por Juan Pablo II

"Oh María, aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes, a Ti confiamos la causa de la vida: mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se impide nacer, de pobres a quienes se hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida."


Evangelium Vitae

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domingo, 21 de marzo de 2010

Bodas de oro sacerdotales

Era noviembre de 1996. Mil seiscientos sacerdotes y noventa obispos celebraron con el Papa. Una experiencia emocionante de solidaridad sacerdotal internacional. Las celebraciones se iniciaron en el aula Pablo VI el 7 de noviembre (las bodas de oro sacerdotales de Juan Pablo II se cumplían el 1º de noviembre) y culminaron con una misa en la Basílica de San Pedro. Los mil seiscientos sacerdotes que celebraban sus bodas de oro entraron en la basílica revestidos con estolas bordadas con el escudo de armas del Papa, regalo de Juan Pablo.

La procesión duró cuarenta y cinco minutos y los concelebrantes se situaron en semicírculo frente al altar, adornado con flores rojas, blancas y amarillas, los colores de la bandera de Polonia y las de la Santa Sede.

Ataviado con una casulla de color rojo brillante y dorado, Juan Pablo fue recibido con una calurosa ovación de las diez mil personas de la Basílica. Fue un acto de acción de gracias por las vidas que aquellos habían dedicado su vida a Cristo y a los hombres durante cincuenta años, día a día, pulso a pulso.

El Papa vestido con casulla blanca dirigió un breve discurso a los presbíteros católicos:

En este momento estoy pensando en todos los sacerdotes del mundo. Estoy pensando en los sacerdotes ancianos y enfermos. Hoy les visito en espíritu y me detengo junto a ellos para ofrecerles mi simpatía fraternal.

También estoy pensando en los sacerdotes jóvenes que se inician en su ministerio y les animo a fortalecer su ardor apostólico. Asimismo, pienso en los párrocos, auténticos padres de familia de sus comunidades, y en los misioneros dispersos por los cinco continentes que dan a conocer a Cristo, Revelador de Dios y Salvador de la Humanidad.

Pienso también en los sacerdotes que atraviesan por dificultades materiales y espirituales, y en aquellos que han abandonado el compromiso que una vez abrazaron. Pido a Dios que todos ellos me den fuerzas. Os abrazo a todos, queridos sacerdotes de todo el mundo, y os encomiendo a María, Madre de Cristo, Eterno Sacerdote, Madre de la Iglesia y de nuestro sacerdocio.

Mientras, un gran globo multicolor con una inscripción en italiano y polaco: «¡Felicidades, Santo Padre!», se elevaba en aquella fría mañana, la orquesta y los coros de la Radio Televisión Italiana entonaron el Te Deum de Haydn y otras composiciones.

La banda de música de la policía y de los carabinieri tocaron el Himno Pontificio, el himno nacional italiano, y la marcha triunfal de Aída. El concierto concluyó con el himno El árbol de la fe y la paz, cantado por un católico, un judío y un musulmán, y el Papa soltó cinco palomas blancas como símbolo de la paz.

Del libro “Juan Pablo Magno Luchador de Raza”
Autor: P. Jesús Martí Ballester



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martes, 16 de marzo de 2010

El Papa poeta


La bahía del bosque baja
al ritmo de arroyos de montaña...
Si quieres la fuente encontrar
tienes que ir arriba, contra la corriente.
Empéñate, busca, no cedas,
sabes que ella tiene que estar aquí.
¿Dónde estás, fuente? ¡¿Dónde estás, fuente?!
El silencio...
Arroyo, arroyo de bosque,
¡déjame ver el misterio de tu principio!
El silencio ¿por qué callas?
¿Con que esmero has escondido
el misterio de tu principio?
Déjame mojar los labios
en el agua de la fuente,
sentir la frescura, la frescura vivificante.

Tríptico romano
Juan Pablo II

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lunes, 8 de marzo de 2010

La dignidad de la mujer

Queridos hermanas y hermanos:

1. La doctrina mariana, desarrollada ampliamente en nuestro siglo desde el punto de vista teológico y espiritual, ha cobrado recientemente nueva importancia desde el punto de vista sociológico y pastoral, entre otras causas, gracias a la mejor comprensión del papel de la mujer en la comunidad cristiana y en la sociedad, como muestran las numerosas y significativas intervenciones del Magisterio.

Son conocidas las palabras del mensaje que, al término del Concilio Vaticano II, el 8 de diciembre de 1965, los padres dirigieron a las mujeres de todo el mundo: «Llega la hora, ha llegado la hora, en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en la que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un alcance, un poder jamás alcanzados hasta ahora».

Algunos años después, en la encíclica Mulieris dignitatem, corroboré esas afirmaciones: «La dignidad de la mujer y su vocación, objeto constante de la reflexión humana y cristiana, ha asumido en estos últimos años una importancia muy particular».

En este siglo el movimiento feminista ha reivindicado particularmente el papel y la dignidad de la mujer. (…) Se trata de reivindicaciones, en gran parte legítimas, que han contribuido a lograr una visión más equilibrada de la cuestión femenina en el mundo contemporáneo. Con respecto a esas reivindicaciones, la Iglesia, sobre todo en tiempos recientes, ha mostrado singular atención, alentada entre otras cosas por el hecho de que la figura de María, si se contempla a la luz de lo que de Ella nos narran los Evangelios, constituye una respuesta válida al deseo de emancipación de la mujer: María es la única persona humana que realiza de manera eminente el proyecto de amor divino para la humanidad.

2. Ese proyecto ya se manifiesta en el Antiguo Testamento, mediante la narración de la Creación, que presenta a la primera pareja creada a imagen de Dios: «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó» (Gén 1,27). Por eso, la mujer, al igual que el varón, lleva en sí la semejanza con Dios.

Sin embargo, la intención divina va más allá de lo que revela el libro del Génesis. En efecto, Dios suscitó en María una personalidad femenina que supera en gran medida la condición ordinaria de la mujer, tal como se observa en la creación de Eva. La excelencia única de María en el mundo de la gracia y su perfección son fruto de la particular benevolencia divina, que quiere elevar a todos, hombres y mujeres, a la perfección moral y a la santidad propias de los hijos adoptivos de Dios. María es la bendita entre todas las mujeres; sin embargo, en cierta medida, toda mujer participa de su sublime dignidad en el plan divino.

3. El don singular que Dios hizo a la Madre del Señor no sólo testimonia lo que podríamos llamar el respeto de Dios por la mujer; también manifiesta la consideración profunda que hay en los designios divinos por su papel insustituible en la historia de la humanidad. Las mujeres necesitan descubrir esta estima divina, para tomar cada vez más conciencia de su elevada dignidad. (…)

4. La figura de María manifiesta una estima tan grande de Dios por la mujer, que cualquier forma de discriminación queda privada de fundamento teórico.

La obra admirable que el Creador realizó en María ofrece a los hombres y a las mujeres la posibilidad de descubrir dimensiones de su condición que antes no habían sido percibidas suficientemente. Contemplando a la Madre del Señor, las mujeres podrán comprender mejor su dignidad y la grandeza de su misión. Pero también los hombres, a la luz de la Virgen Madre, podrán tener una visión más completa y equilibrada de su identidad, de la familia y de la sociedad. (…)

5. Además, la doctrina mariana puede iluminar los múltiples modos con los que la vida de la gracia promueve la belleza espiritual de la mujer. Ante la vergonzosa explotación de quien a veces transforma a la mujer en un objeto sin dignidad, destinado a la satisfacción de pasiones deshonestas, María reafirma el sentido sublime de la belleza femenina, don y reflejo de la belleza de Dios.

Es verdad que la perfección de la mujer, tal como se realizó plenamente en María, puede parecer a primera vista un caso excepcional, sin posibilidad de imitación, un modelo demasiado elevado como para poderlo imitar. De hecho, la santidad única de quien gozó desde el primer instante del privilegio de la Concepción Inmaculada, fue considerada a veces como signo de una distancia insuperable.


Tomado de la Audiencia General del miércoles 29 de noviembre de 1995


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sábado, 6 de marzo de 2010

El Evangelio de San Juan antes de morir

BOGOTÁ, 23 Feb. 10

El Arzobispo de Cracovia y que fuera durante 40 años secretario personal de Juan Pablo II, Cardenal Stanislaw Dziwisz, relató que antes de su muerte, el Papa peregrino pidió le leyeran todo el Evangelio de San Juan para poder prepararse para el tránsito a la Casa del Padre.

En entrevista concedida al diario El Tiempo de Bogotá, el Cardenal explicó que el Papa Wojtyla "murió como se mueren los hombres santos. Se despidió de sus colaboradores, del Cardenal Ratzinger (ahora Benedicto XVI); incluso de quienes hacían la limpieza. Pidió que le leyeran todos los capítulos del evangelio de San Juan y así se preparó para irse. Causó una paz impresionante".

En Colombia adonde llegó para participar de un congreso sobre el legado de Juan Pablo II, el Cardenal señaló que el proceso de beatificación del Papa peregrino "está prácticamente terminado. Para la beatificación es importante que la Iglesia reconozca un milagro en el que él haya intercedido. Hay un caso que se está investigando y es el de la sanación milagrosa de una monja francesa que padecía Párkinson".

Sobre la fecha de beatificación, el Purpurado dijo que "no se sabe, pero su tumba es visitada por miles que le agradecen favores y eso fortalece su santidad. No sólo los cristianos quieren verlo santo; también los judíos y musulmanes. Hay que unirnos a ese grito de Santo súbito".

Al hablar luego del cariño y el fervor de la gente para con Juan Pablo II, el Cardenal Dziwisz comentó que "él cambió el mundo desde el punto de vista político y religioso; enseñó que la solución a los problemas está en la solidaridad y en el amor. Él sobrepasó todos los umbrales. Sus enseñanzas deberían ser aplicadas para ayudar a este mundo en crisis".

Respondiendo a quienes critican el tiempo corto que lleva su causa, el Purpurado polaco dijo que sí podría decirse que ha sido rápido, "pero no se puede decir que se ha hecho mal. Ha sido un tiempo efectivo para profundizar en el legado que dejó. Los mismos que lo criticaron porque no les gustaba su actitud moral, son los que lo critican ahora".

Contestando la afirmación del libro "Por qué él es santo" sobre que Juan Pablo II se flagelaba y dormía en el piso, el Arzobispo de Cracovia dijo que "no puedo ni afirmarlo ni negarlo. Fue un hombre de una gran espiritualidad, su característica principal fue el espíritu de la oración y la contemplación. En muchos conventos todavía existe la penitencia a través de la flagelación, y eso lo hicieron otros grandes santos, como San Juan de la Cruz y Santa Teresa".

Finalmente el Purpurado dijo que Juan Pablo II "siempre dijo que Latinoamérica era el continente de la esperanza. Quería mucho a Colombia y tenía muchos amigos aquí, cardenales y sacerdotes, porque la presencia de Colombia en Roma siempre ha sido numerosa e importante".

Copyright © ACI Prensa
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martes, 2 de marzo de 2010

Juan Pablo II y la Pastoral de la Salud

La Pastoral de la Salud, considerada orgánicamente en la Iglesia, nace con Juan Pablo II. Elaboremos un posible currículum a través de sus encíclicas, cartas y motus propios.

Dives in misericordia: (30/XI/ 80) Con esta carta encíclica, el Papa prepara el corazón de los ministros para que sean fieles a su misión ante el dolor de los que sufren. El tendrá una experiencia muy fuerte del dolor.

Salvifici Doloris: (11/II/ 84) también llamada “Dimensión cristiana del sufrimiento humano”, el Papa hace un esbozo teológico sistematizado del sufrimiento humano. Esta encíclica encierra todo el contenido teológico de la Pastoral de la Salud, ya que nos hace caer en la cuenta de que el sufrimiento está llamado, en la Iglesia y en toda la sociedad, a ser un lugar privilegiado para el anuncio, la celebración y la realización de la Buena Noticia en la Nueva Evangelización.

Cristifideles laici: (30/XII/88) síntesis del sínodo de los laicos. En ella el Papa dedica dos artículos, el 53 y 54 específicamente a los enfermos y a los que sufren. Los enfermos no son elementos pasivos de la acción de la Iglesia, sino que están llamados a participar en el crecimiento del Reino de Dios. “También los enfermos son enviados como obreros a su viña”.

“Uno de los objetivos fundamentales de esta renovada e intensificada acción pastoral es considerar al enfermo, al minusválido, a quien sufre, no simplemente como término del amor y del servicio de la Iglesia, sino más bien como sujeto activo y responsable de la obra de evangelización y de salvación”. (N° 54)

Dolentium Hominum: Motu Propio del 11/II/ 85 Juan Pablo II crea la Pontificia Comisión para los agentes sanitarios y esboza el contenido de la misión de la Pastoral de la Salud poniendo en marcha un nuevo movimiento en el cuidado de los enfermos.

Pastor Bonus: (28 / VI / 88) El Papa eleva la Pontificia Comisión a “Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud” y en los números 152 y 153 de la misma, el Papa condensa los contenidos de la Dolentium Hominum nº 6, ordenando orgánicamente la finalidad y operatividad del Pontificio Consejo de la Pastoral de la Salud creado por él.

Art. 152: Preocupación por los Agentes Pastorales y los Enfermos
“El Consejo manifiesta la solicitud de la Iglesia por los enfermos, ayudando a los que llevan a cabo el servicio hacia ellos y hacia los que sufren, para que el apostolado de la misericordia, del que se ocupan, responda siempre mejor a las nuevas exigencias”.

Art. 153: Acción a desarrollar
1. “Compete al Consejo difundir la doctrina de la Iglesia sobre los aspectos espirituales y morales de la enfermedad y el significado del dolor humano
2. Ofrece su colaboración a las Iglesias particulares, para que se ayude a los agentes de la salud con la atención espiritual en el desarrollo de su actividad según la doctrina cristiana, y además para que no falten las ayudas adecuadas a los que se dedican a la acción pastoral en este sector en orden a cumplir su labor.
3. Favorece el estudio y la acción que en este campo, desarrollan de varios modos, tanto las organizaciones católicas internacionales, como otras instituciones.
4. Sigue atentamente, en el campo legislativo y científico, las novedades referentes a la salud, con el fin de que se tengan en cuenta oportunamente en la labor pastoral de la Iglesia”.

Jornada Mundial del Enfermo: El Papa la instituyó el 13 de mayo de 1992, día aniversario de la primera aparición de la Virgen en Fátima. Así asoció la Pastoral de la Salud con María Santísima, celebrando cada año esta Jornada Mundial el 11 de febrero, fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes.

Cada año, el Santo Padre, ahora Benedicto XVI, envía un Mensaje para el día del enfermo en el que desarrolla un tema especial relacionado con el sufrimiento y nos mantiene actualizados en los valores teológicos, espirituales y pastorales de este trabajo en el mundo de la salud.

El 11 de febrero de 1993 Juan Pablo II nos envió su primer mensaje y desde ese día se ha continuado en forma ininterrumpida la comunicación con el mundo entero haciéndonos presente la doctrina emanada en la Salvífici Doloris. También nos enseña cómo trabajar pastoralmente en medio del dolor de los hombres y cómo llevarles el amor de Jesús a su realidad cotidiana.

Evangelium vitae: Encíclica promulgada el 25 / III / 95. La encíclica es toda una defensa de la vida: Derecho a nacer, vivir y morir dignamente.

Dice el Papa en la introducción:
“La encíclica quiere ser una confirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter inviolable, y, al mismo tiempo, una acuciante llamada a todos y a cada uno, en nombre de Dios: ¡respeta, defiende y sirve a la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad! (EV 5)

La defensa y promoción de la vida no es monopolio de nadie, sino deber y responsabilidad de todos. (EV 91)

Padre Andrés
(Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de Córdoba, Argentina)

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