miércoles, 12 de diciembre de 2012

Juan Pablo II y la Virgen de Guadalupe


De todos es conocida la devoción mariana que Juan Pablo II tan intensamente experimentaba. Por ello no es extraño que varias veces se haya referido de manera específica a la Virgen de Guadalupe. Usando el registro de homilías e intervenciones papales llevado por el Vaticano, encontramos que el Papa Viajero se refirió de forma particular a Nuestra Señora de Guadalupe seis veces.

Las homilías

Cuatro de estas intervenciones han sido en las Misas que presidió en la basílica de la Virgen de Guadalupe, estas fueron en los años: 1979, 1981, 1997,1999 y 2002. En 1979 Juan Pablo II pidió la intercesión guadalupana para que la Iglesia fuera fiel al espíritu y planteamientos de la Conferencia de Obispos llevada a cabo en Medellín (Colombia) 10 años antes.

En 1981, el cardenal secretario de Estado, Agostino Casaroli, leyó la homilía papal en la Basílica. Allí se resaltó el  aspecto maternal y evangelizador de Guadalupe, «la imagen mestiza de María que une en sí dos razas, constituye un hito histórico de creatividad connatural de una nueva cultura cristiana en un país y, paralelamente, en un continente».

En 1997, con motivo de la clausura de la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos, después de exhortar a los pastores allí presentes a no olvidar su responsabilidad de anunciar el Evangelio, de hacer vida las líneas pastorales marcadas por la asamblea, desde el Vaticano expresa una sentida oración: «Haz que todos, gobernantes y súbditos, aprendan a vivir en paz, se eduquen para la paz, cumplan todo lo que exigen la justicia y el respeto de los derechos de cada hombre, para que así se consolide la paz. Escúchanos, Virgen «morenita», Madre de la Esperanza, Madre de Guadalupe»

En 1999, en el marco de la Misa conclusiva para el Sínodo de las Américas, predica una homilía en la Basílica donde expone claramente sus motivos: «he venido aquí para poner a los pies de la Virgen mestiza del Tepeyac, Estrella del Nuevo Mundo, la exhortación apostólica Ecclesia in America, que recoge las aportaciones y sugerencias pastorales de dicho Sínodo, confiando a la Madre y Reina de este Continente el futuro de su evangelización». Da un mensaje en los cuatro idiomas del continente: inglés, español, portugués y francés; termina con una oración de encomienda a la Virgen.

La homilía del 2002, es particularmente emotiva pues surge en el contexto de la canonización de Juan Diego. Allí Su Santidad describe las virtudes del mensajero de Guadalupe y hace manifiesta su solidaridad con los pueblos originarios: «deseo expresarles la cercanía de la Iglesia y del Papa hacia todos ustedes, abrazándolos con amor y animándolos a superar con esperanza las difíciles situaciones que atraviesan».

Por Omar Árcega E.
Fuente “El observador en línea”

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