sábado, 21 de septiembre de 2013

Francisco tras los pasos de Juan Pablo II

Su dramático llamado a la paz evoca el de Karol Wojtyla en 2003, pero también se inscribe en una larga tradición vaticana. Otros momentos clave en los que resonó la voz "desarmada" de los obispos de Roma

El mensaje con el cual Jorge Bergoglio convocó a una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria –el pasado 7 de septiembre– sonó como un eco del que había formulado en 2003 el Papa polaco en un último intento por evitar la guerra de Irak.

Karol Wojtyla fue tal vez uno de los pontífices más influyentes políticamente. Durante varios años de su papado, su mensaje espiritual repercutía en el devenir político del mundo. Sin embargo, en 2003, pareció predicar en el desierto cuando advirtió: "Quien decide que se han agotado todos los medios pacíficos que el derecho internacional pone a su disposición, asume una grave responsabilidad ante Dios, ante su conciencia y ante la Historia".

Es curioso. En aquel 2003, el comité que otorga el premio Nobel de la Paz dejó pasar una oportunidad de limpiar su imagen, incurriendo en la incongruencia de negarle a Wojtyla un galardón que el mundo unánimemente le concedía in péctore al Papa, porque éste se había hecho intérprete del anhelo mayoritario. Incongruencia que luego el organismo confirmó concediéndoselo "a priori" al actual presidente estadounidense, Barack Obama.

Pese a las limitaciones que ya le imponía su enfermedad, Juan Pablo II había incluso anunciado su intención de viajar a Bagdad, algo a lo que finalmente se vio obligado a renunciar cuando las potencias que se preparaban para la guerra le hicieron saber que no garantizarían su seguridad.

"El derecho internacional, el diálogo leal, la solidaridad entre los Estados, el ejercicio noble de la diplomacia, son medios dignos del hombre y de las Naciones para resolver sus actos contenciosos", fue el mensaje del Papa polaco en aquel 2003. Palabras que no se han desactualizado y que constituyen todo un programa para el establecimiento de relaciones internacionales más justas y armónicas.

Ahora, nuevamente un Papa exhorta a la comunidad internacional entera "a hacer todo esfuerzo para promover, sin ulterior demora, iniciativas claras por la paz en esa nación, basadas en el diálogo y en la negociación, por el bien de la entera población siria". El llamado de Francisco no está dirigido sólo a los propios. Católicos y no católicos, creyentes y ateos, todos son destinatarios  de su convocatoria.

La diplomacia "desarmada"

"¿Cuántas divisiones tiene el Papa?", fue la despectiva pregunta de Josef Stalin cuando le solicitaron que aflojara la presión contra los católicos rusos. Pero lo cierto es que desde los tiempos de León I, llamado el Magno, que salió solo al encuentro de Atila, el rey de los hunos, y lo disuadió de marchar sobre Roma, varias veces a lo largo de la historia los papas han hecho oír sus voces en defensa de la paz, sin el respaldo de ninguna división blindada.

"Nada se pierde con la paz; todo puede perderse con la guerra", fueron las palabras de advertencia de Pío XII, en un mensaje radial dirigido al mundo el 24 de agosto de 1939.

Años antes, también Benedicto XV había desarrollado una intensa acción diplomática durante la Primera Guerra Mundial a la que calificó de "inútil tragedia".

"Nuestra breve visita nos ha dado un gran honor; el de proclamar al mundo entero, desde la Sede de las Naciones Unidas '¡Paz!'. Nunca olvidaré esta hora extraordinaria. Tampoco podemos llevar a un término más apropiado que el expresar el deseo de que esta sede central de las relaciones humanas para la paz civil del mundo, sea siempre consciente y digna de este gran privilegio", decía Paulo VI en Naciones Unidas en 1965, durante su primera visita a los Estados Unidos y especialmente en referencia a la intensificación de la Guerra de Vietnam. "No más guerra, nunca más guerra. Paz, es la paz la que debe guiar los destinos del pueblo y de toda la humanidad", insistió; palabras que hoy resuenan nuevamente desde plaza San Pedro en boca de Francisco.

En 1962, le había tocado a Juan XXIII el turno de hablar contra el peligro de deflagración atómica en tiempos de la crisis de los misiles en Cuba, que enfrentó a Washington y Moscú: "Suplicamos a todos los gobernantes que no se hagan los sordos a este grito de la humanidad. Que hagan todo lo que esté en su poder para salvaguardar la paz. Evitarán así al mundo los horrores de una guerra, de la que nadie puede prever cuáles serán las terribles consecuencias".

Fuente: Foro Juan Pablo II

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